Santo Domingo, RD. – La Dra. Abilquis D. Escoto, médico y directora del Centro Cardioneurovascular Cruz Jiminián, llamó la atención sobre la alarmante incidencia del accidente cerebrovascular (ACV), el cual se ha convertido en una emergencia invisible y letal que ataca sin previo aviso y está dejando una profunda huella en miles de familias dominicanas. Se trata de una epidemia silenciosa que no solo es la segunda causa de muerte en el país, sino también una de las principales responsables de discapacidad, pobreza y sufrimiento social.
La Dra. Escoto destaca que cada año, entre 7,000 y 12,000 dominicanos sufren un ACV, y las cifras van en aumento, sobre todo en jóvenes entre 35 y 55 años, una franja etaria que hace apenas una década no figuraba como población de riesgo. Las estadísticas más recientes del Ministerio de Salud Pública revelan que más de 3,000 personas fallecieron por ACV en 2022, representando aproximadamente el 8% del total de muertes anuales. Aún más alarmante es que 6 de cada 10 sobrevivientes quedan con secuelas que les impiden trabajar o valerse por sí mismos, generando un alto costo económico y emocional para sus familias.
¿Por qué hablar de ACV ahora?
Porque estamos frente a un problema creciente que no distingue edad, género ni condición social. Hoy, el ACV está golpeando a nuestros jóvenes, muchas veces sin diagnóstico previo de hipertensión, diabetes, condiciones cardiovasculares u otros factores de riesgo. La obesidad, el tabaquismo, el estrés, el sedentarismo y el uso de sustancias son detonantes cada vez más comunes.
Y porque, aunque parezca increíble, el ACV está matando más dominicanos que el propio COVID-19 en su peor momento: durante el pico de la pandemia en 2020, el país reportó alrededor de 2,400 muertes por COVID-19, mientras que cada año más de 3,000 personas mueren por ACV en silencio, sin atención mediática ni medidas de urgencia proporcionales. Es una emergencia crónica que continúa avanzando sin tregua.
El costo social y económico del ACV es devastador. Desde hospitalizaciones prolongadas, rehabilitación intensiva, pérdida de empleos y dependencia permanente de cuidadores, hasta el empobrecimiento progresivo de familias que no cuentan con los recursos para sostener el cuidado de un ser querido discapacitado. A nivel mundial, el impacto económico del ACV supera el billón de dólares al año, y en países como el nuestro, con acceso limitado a atención oportuna, el daño es aún mayor.
Una respuesta integral y urgente
La especialista explicó que se requiere con urgencia una respuesta coordinada y multidisciplinaria. Fortalecer la capacidad del sistema de salud implica intervenir desde la atención primaria, los servicios de emergencia, el nivel prehospitalario y las Unidades de Cuidados Intensivos. La formación continua del personal médico, el acceso inmediato a diagnóstico por imagen y la activación de protocolos de “Código Ictus” pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
“Estamos ante una emergencia que no se ve, pero que está matando y dejando discapacitados a miles de dominicanos. Necesitamos actuar ahora: detectar, prevenir y tratar a tiempo. Hablar de ACV es hablar de una prioridad nacional”, expresó la Dra. Abilquis Escoto.
Destacó que la población también debe jugar su rol. Conocer los signos de alerta de un ACV y actuar con rapidez puede salvar vidas: pérdida súbita del habla, debilidad en un lado del cuerpo o desviación de la boca son señales clave que deben llevar a buscar atención médica inmediata.
Un llamado a la acción
Esta es una llamada de alerta a las autoridades, a las sociedades científicas, al sistema educativo y a la ciudadanía. Es hora de construir una red nacional que funcione: con personal entrenado, campañas preventivas permanentes, inversión en equipos, y protocolos unificados de atención. Porque el ACV no da segundas oportunidades.
Prevenir es salvar vidas. Actuar es proteger el futuro.
Sobre el HCJ
El Centro Cardiovascular Cruz Jiminián (HCJ) se posiciona como una instalación médica de referencia en República Dominicana, incorporando tecnología de punta en procedimientos cardiológicos avanzados. Su Unidad de Cateterismo, Arritmia y Marcapasos (UCAMCJ), inaugurada en mayo de 2024, funciona durante las 24 horas los 7 días de la semana, y está equipada con dispositivos modernos para tratar arritmias, emergencias neuro‑cardiovasculares y ofrecer implante de marcapasos.
La unidad también está afiliada a todas las ARS, incluyendo el Senasa subsidiado, lo que garantiza un acceso amplio y asequible a tratamientos de alto nivel. Con estas capacidades, el HCJ reafirma su liderazgo al ofrecer tratamientos integrales con calidez humana y enfoque inclusivo para personas de distintos estratos socioeconómicos, posicionándose a la vanguardia en atención cardiológica especializada y compromiso social.