Luis Alonso, el Arquitecto que Sabía Como Cambiar las Ciudades

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Luis Alonso disfrutaba siendo embajador de la arquitectura catalana. 

El arquitecto barcelonés ha dejado grandes obras como centros comerciales,  complejos,  torres y además de numerosos rascacielos, bodegas y centros deportivos en Europa, Asia y Latinoamérica.

Luis Alonso prefería el tablero a los focos mediáticos, dedicaba muchas más horas a escribir y a pensar en cómo diseñar edificios y ciudades más amigables y sostenibles que a presumir por redes sociales. Con su amplia proyección internacional demostró que es posible exportar la marca España en el ámbito de la arquitectura como sucedió con la Gastronomia.

Luis escribió 16 libros.  Dentro de los que se destacan Arquitectura en Tránsito, Sportectura, arquitectura y deporte, Hesperia Tower,  Historia de un proyecto, Promiscuidad Funcional, Manzana de Oro, Arenas del Barcelona Historia de una Transformación, 40 ideas para 100 proyectos, Artquitectuta del Lienzo a la Construcción, Joyas Robadas, libro autobiografíco, 365, Obras Recientes, La Música en el Tiempo.

Alonso recorrió los cinco continentes, en 14 maratones y en todos  buscaba una causa solidaria. “La elijo en función de las necesidades»,  decia. La carrera de China coincidió con que se habían retirado unas subvenciones a la asociación de discapacitados de San Ildefonso. Recaudaron cerca de 3200 euros”.

Expreso que el calor lo asimila mejor que el frío. “El maratón de Sahara lo corrió en 3 horas y el del polo norte en 4,19 minutos. Es por el tipo de pisada, en la arena, se puede correr con zancada mas amplia y el Polo a veces metes hasta la rodilla en el hielo y eso hace mas difícil avanzar”.

 Más de 700 proyectos en todo el mundo

Sergio Balaguer  con quien en 1978 crea el estudio Alonso y Balaguer Arquitectos Asociados este fue un motor de creatividad junto a su equipo.

Con más de 700 proyectos y realizaciones dispersas en 12 países, como Chile, Colombia, Perú, Honduras, Kazakstán, Brasil, Ucrania, Polonia, Marruecos, Argelia, China, Qatar y por supuesto, España.

Algunos de los proyectos que sintetizan las ideas que Alonso llevó a cabo.

La arquitectura que rehabilita.

Una de sus obras más representativas ha sido el Centro Comercial de Las Arenas en Barcelona, en que representó sus ideas de rehabilitación.

La fachada de aires mudéjar se ha mantenido y elevado del suelo, y su interior quedó vaciado como si fuera un fruto al que solo se le deja la cáscara.

“Pero rehabilitar, bajo nuestro punto de vista, no solo consiste en limpiar la cara a antiguos edificios, sino también introducir nuevos usos y funciones y contrastar nuevas formas e imágenes sin miedo”, decía Alonso.

El Centro Comercial Las Arenas, en Barcelona. Foto Alonso | Balaguer.

Por ello se aprovechó la cúpula para hacer un paseo, que al ofrecer vistas de 360 grados de la ciudad, se ha convertido en un nuevo reclamo turístico.

En sus proyectos se acumulan edificios de gran altura, centros deportivos, hoteles, centros médicos, centros lúdicos y comerciales, viviendas sociales, bodegas, edificios multifuncionales, etc.

Partidario de la flexibilidad, abogaba por diseñar viviendas sin paredes, en módulos abiertos, donde el ocupante pueda poner divisiones como si fuera un Lego gigante. En su extenso catálogo de trabajos también se incluyen la Torre Hesperia de L’Hospitalet (gran ejemplo de un espacio diáfano recubierto por un exoesqueleto); ciudad vecina a Barcelona donde también diseñó cuatro rascacielos en la Plaza Europa.

La Promiscuidad Funcional

Una de las claves del pensamiento de Alonso era la “promiscuidad funcional” de los edificios, para hacerlos más sostenibles. “La auténtica sostenibilidad es que los edificios estén el máximo número de horas y días al año en funcionamiento”. Y para conseguirlo creía que tenían que dar al cliente “liebre por gato”, es decir, proponer más funciones de las que les piden los clientes.

El concepto de la promiscuidad funcional
Para demostrar la eficacia de la promiscuidad funcional Alonso la aplicó en el complejo de rascacielos Príncipe de Gales, en Santiago de Chile, donde se combinan “un magnífico emplazamiento”, una intensa gama de usos como el residencial, oficinas, comercial, deporte, cultura, restauración y un nuevo parque urbano, con una arquitectura “que subdivide tales usos”.

Otras obras de Luis Alonso.

En el ámbito de la arquitectura de salud ha sido responsable de los centros del grupo Aire, con instalaciones en Barcelona, Nueva York, Chicago, París, Londres y Vallromanes, donde se han recuperado la antigua tradición de los baños termales.

La ciudad vertical


El mejor ejemplo de su concepto de ‘ciudad compacta’ es la Torre Bacatá, de Bogotá, un rascacielos  de 250 metros de altura, que combinará los usos de un hotel, viviendas, oficinas, comercios, centros deportivos y estacionamientos.

Otras obras son el Centro Internacional de Medicina Avanzada (CIMA) y el Centro Wellness O2 Pedralbes de la capital catalana, las nuevas Bodegas Protos en Peñafiel y la torre Illa del Cel en Diagonal Mar, Barcelona.

 

El nuevo estadio del Nàstic de Tarragona, el Palacio de Deportes de Kazakstán en Almaty y la Torre San Ignacio en Tegucigalpa, Honduras, son otras de las obras que ha dejado como legado.

Hacía tiempo que estaba con un pie en la metrópoli sudamericana y con el otro en su estudio de Palo Alto, en Barcelona, porque decía extrañar su gente, su tierra, venía con la idea de profundizar su relación con la capital catalana. Cuando lo sorprendió la muerte con 6un infarto a la edad de 66 años en la ciudad de Chile donde se había instalado hacía varios años, por el pesimismo y decaimiento, por la poca actividad que había en ese momento en España, desde donde abanderó la innovación y la responsabilidad social de la arquitectura social.

En su momento el propio Alonso había expresado que su vocación como arquitecto había nacido de un juego de construcción Exin Castillos que le habían regalado a los 13 años y cinco años más tarde conoció a Sergio Balaguer, con quien logro la sociedad y forman Alonso i Balaguer, convirtiendo a través del tiempo en uno de los despachos referentes de la arquitectura española con mayor proyección internacional.

Además de la sede central en Barcelona, situada en un edificio del complejo Palo Alto, el despacho cuenta con oficinas en Santiago de Chile, Río de Janeiro, Sao Paulo, Bogotá, Nueva York y Lima, en las que laboran más de 50 personas, dentro de un equipo multidisciplinar de arquitectura, planeamiento urbanístico, diseño de interior, diseño industrial y diseño gráfico, que actualmente líderea su hermano el también arquitecto Carlos Alonso.

En Catalunya son conocidos por obras como el estadio del Nàstic de Tarragona, el complejo hotelero y la estación de esquí en Vall Fosca (Pallars Jussà) y el puerto de Segur de Calafell. También por dos grandes obras conjuntamente con el arquitecto británico Richard Rogers: el Hotel Hesperia Tower y el Centro Comercial Arenas que vimos más arriba. De las obras del despacho de Alonso destacan unas torres residenciales de la plaça Europa, y las nuevas Bodegas Protos en Peñafiel (Valladolid), de nuevo con Richard Rogers.

En los últimos años habían acabado el Campus Iberdrola en San Agustín del Guadalix (Madrid) y Torre Bacatá, en Bogotá, la más alta de Colombia y la segunda más alta de América Latina, de las cuales puedes ver imágenes aquí.

Como también la Villa Olímpica de Río 2016 para periodistas y árbitros, la ciudad del tenis de Rafael Nadal en Doha, el Palacio de Deportes de Kazajistán y la Torre San Ignacio en Tegucigalpa, en Honduras.

Luis Alonso era corredor de maratones y también tiene una mirada a fondo de su oficio. Por eso decía que le gustaba volver a visitar sus edificios años después de haberlos acabado: “No hay nada más higiénico”, aseguraba.

Luis Alonso disfrutaba siendo embajador de la arquitectura catalana. 

De puertas adentro lamentaba que aquí no se potenciara bastante ni se explotaran todas las posibilidades para hacer un “abrelatas económico”. De Barcelona, reivindicaba la tarea que hizo el alcalde Pasqual Maragall: “Fue un grande cohesionador social a través de la arquitectura, el espacio público y el urbanismo”, aseguraba; y creía que las acciones de urbanismo táctico han sido perjudiciales: “Barcelona está igual de bien, pero el espacio público ha perdido fuerza. El espacio público es un problema de ética, no de estética. Cada isla del Eixample es una microciudad, y esto es lo que tenemos que salvar”, explicaba en su momento.         Ingrid Abreu.                                              Fuente : Juan Pedro Chuet /  EFe.

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